Bitácora Documental Reflexiva
Pontificia Universidad Javeriana
Investigación Cualitativa
Kevin Felipe Gutiérrez Martínez
Capítulo 2
Durante los días laborales o estudiantiles,
realizamos un sinfín de tareas, podemos tener alteraciones en nuestro ritmo de
vida, estar en un frenesí de obligaciones o disfrutar del placer de no hacer
nada, como en algunos países es costumbre. Sin embargo, no hay memoria de lo
que hacemos, nuestra producción es análoga al pasar los días y cuando
reflexionamos y vemos lo realizado durante tanto tiempo esbozamos una sonrisa,
que nos dura justo hasta cuando nos preguntan
¿qué es lo que has hecho o en dónde has estado involucrado? Es ahí cuando surge un mar de memorias de todo
lo que somos capaces de hacer, pero no logramos comunicarlo de manera acertada y
dejamos ir nuestras posibles oportunidades. Esta reflexión es pensada desde la
perspectiva de un diseñador industrial, pero desde mi punto de vista el hábito
de registrar, documentar o indexar es inherente al ser humano.
Es por esto que escribimos, dibujamos, grabamos o
transformamos nuestro entorno, todo es una muestra de nuestro ADN evolutivo, de
ahí que hasta existan personas que pueden analizar el estilo de registro de
información y saber muchas de nuestras aptitudes y actitudes con tan solo un
trazo o fragmento de escrito.
Por otro lado, es difícil adaptar nuevos hábitos,
más cuando estos consumen gran parte de nuestro tiempo que puede ser gastado en
trabajo remunerado o en placeres triviales de cada persona, pero algunas veces
cuando se logra ver cambios comportamentales positivos, recapacitamos sobre la
manera en la que gestionamos nuestra vida. Es así como hablaremos de la cultura
del registro, una costumbre que ha pasado de generación en generación, pero que
así mismo se ha visto debilitada por acoso constante de los medios. Una y otra
vez vemos información, noticias , cine, teatro, estamos a la vanguardia del
mundo gracias a internet y a los medios de comunicación que registran
absolutamente toda nuestra actividad diaria, y esto podría ser un problema de
fondo para la sociedad en la que estamos y para las generaciones venideras. Gracias
a que el grueso de la población se dedica a ver contenido y no generarlo, la
calidad empeora y entramos en un limbo del conocimiento, algo así como estar perdidos
en un océano de información y para adquirir lo que estamos buscando nos hace
falta recorrer kilómetros de desinformación donde eventualmente logramos buenos
resultados, pues no tenemos nada asegurado.
Para esta situación existen remedios, antídotos
para el adormecimiento cerebral y fueron descubiertos hace más 700.000 años o
incluso antes por nuestros antecesores cromañones quienes empezaron a registrar
su conocimiento lingüístico en rocas, en
historias y en narraciones gráficas. Esta comunicación se consignaba por
algunos integrantes para luego enseñarles a sus individuos más jóvenes. Es aquí
cuando podemos ver el poder del registro, gracias a esto podemos destacar a
través del tiempo, cambios climáticos, crisis geologías, extinciones masivas y
guerras entre nuestra misma especie. El arte de consignar lo vivido nos ayuda a
evolucionar el pasado, y aquellos que aprenden de sus antecesores y toman
medidas preventivas para mejorar su presente, están haciendo historia. Ahora
pues, los individuos que consignan los avances pasarán a ser historiadores, analistas
de su presente, serán los ojos a través del tiempo para las generaciones
futuras. Sea cual sea el tema de documentación, es una creación humana intachable
pues así esté bien o mal hecho el ejercicio de análisis será útil, será base
teórica para él mismo u otro individuo en algún otro momento de la historia.
Este es el arte en común de todos nosotros como
seres humanos, dejar un fragmento de historia para que alguien más la continúe;
un artista a sus cuadros y esculturas, un lingüista a sus crónicas, un
diseñador, arquitecto o ingeniero al cambio del entorno, sus elementos y las
dinámicas entre todos los sistemas, un abogado, un político o un economista
cambia dinámicas sociales ordena al pueblo o reasigna sus flujos económicos.
Este ejercicio se puede realizar con cualquier profesión pero todas tienen en
común el mismo elemento, generación de historia y evolución en las dinámicas.
Una vez comprendimos la coincidencia entre
personas, nacieron profesiones retituladas, ramas de la ciencia dedicadas al
autoconocimiento como sociedad, individuos o colectivos. Sociólogos,
terapeutas, trabajadores sociales o escritores profundizan específicamente en
el comportamiento humano, en sus diferentes ámbitos y situaciones,
cuestionando y registrando todo aquello relevante para las
investigaciones; utilizan métodos y herramientas desarrolladas por otras
profesiones como el método científico, la observación participante, las notas
de campo y el trabajo con grupos focales para después consignar la información en
escritos, grabaciones auditivas o videograbaciones para así clasificar sus
hallazgos en datos etnográficos, teorías fundamentadas y fenomenologías con el
fin de hacer reflexiones sobre su material. De esta manera se origina un campo de retroalimentación social para el
análisis de dinámicas y flujos invisibles al ojo adormecido por las dinámicas
cotidianas. Estos artículos ofrecen filtros que son adquiridos por los lectores
y amantes de este tipo de conocimiento, avanzando a pasos agigantados en el
análisis cualitativo, pues todos somos capaces de procesar información y
recordar anécdotas que nos dan una visión de cómo funciona el mundo, pero
cuando leemos y logramos interpretar la sociología, los análisis cualitativos y cuantitativos, sucede
un fenómeno similar a cuando apreciamos una obra o pieza de arte sin un sentido
crítico y nos quedamos solo con lo gráfico y narrativo del producto /
resultado. Nuestra evaluación resulta llana, sin matices ni profundidad algo
así como ver el cuadro Guernica de Picasso o
una tragicomedia clásica de la antigua Grecia sin saber nada de la
guerra civil española o de los grandes precursores de la narrativa crónica como
Esquilo, Sófocles o Eurípides y así denominar estos productos como “lindos o
melodramáticos” sin conocer este contexto histórico que nos brinda y los
canones teóricos que hoy siguen vigentes y que nos ayudan a comprender
precisamente nuevas corrientes artísticas o teatrales que a simple vista podrían
ser solo muestras conceptuales de algún grupo de inspirados.
Esta profundidad semántica que nos brinda el
análisis cualitativo inmerso en todos los campos del conocimiento, actividades,
costumbres y comportamientos sociales será verdaderamente útil para nuestro
diario vivir, aprenderemos a clasificar situaciones, personas y a tolerar
actitudes y recapacitar sobre nuestra propia personalidad; en otras palabras, es
la herramienta de la gestión personal e interpersonal, y solo si se practica y
aplica el hábito del registro crítico, nuestro músculo analítico empezará a
crecer, de la mano de la adquisición del conocimiento y nuestras vivencias,
seremos día tras día personajes más completos y consientes de nuestro entorno y
las sinergias que en él habitan. Es esto de vital importancia para la vida de diseñador,
pues como creadores, debemos interpretar y comprender nuestro entorno a la
perfección para bien lograr un proyecto, sea un producto físico, servicio o
creación de una nueva experiencia, pues dependemos directamente de los síntomas
de nuestro público objetivo, de la aceptación o incluso rechazo, hablando tanto
en un ámbito profesional como laboral porque nuestra carrera está dedicada en
su mayoría al ser humano y sus comportamientos, y de ellos surgen nuestras
ideas y procesos investigativos.
De esta manera dejamos abierto este escrito
compositivo donde los siguientes aprendizajes serán trasmutados en reflexiones
y análisis de información que ligaremos a la profesión del Diseño industrial y
algunas experiencias personales.
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